A veces se encuentran cápsulas del tiempo que van mucho más allá de lo habitual. Y es que una cápsula del tiempo no siempre es una pequeña caja de recuerdos metálica enterrada en un jardín, sino que puede adoptar muchas formas y tamaños diferentes: arcones, maletas, archivos, trasteros, casas abandonadas… o incluso un barco de mediados del siglo XX.
Esta es precisamente la historia del Duke of Lancaster, un barco construido en el año 1956 en Belfast para transportar pasajeros y vehículos entre Reino Unido y Europa. Y así lo hizo hasta el año 1978. En ese año se produjo su retiro como barco de transporte… y comenzó su fascinante historia como cápsula del tiempo.
El barco fue comprado por una empresa de Liverpool, que quiso convertirlo en un hotel temático, lo transportó a Llanerch-y-Mor (al norte de Gales) y lo rebautizó como “The Fun Ship”, el barco de la diversión. En el folleto publicitario puede verse claramente el objetivo que tenían con el Duke of Lancaster, convertirlo en un complejo de ocio con hotel, restaurantes, leones marinos, zona recreativa con máquinas arcade…
El barco tuvo un éxito enorme desde el mismo día en que abrió sus puertas, generó empleo, revitalizó la zona y se convirtió en un punto de atracción turística y local con mucho potencial. Sin embargo, los promotores tuvieron que enfrentarse a una serie de conflictos legales con el Ayuntamiento, que sostenían que el barco perjudicaba al comercio local, dado que, al estar en el mar podía abrir en horarios y días más amplios que los comercios situados en la ciudad. Finalmente, The Fun Ship se vio obligado a cerrar sus puertas al público en 1983. Esta enorme cápsula del tiempo fue cerrada por casi 30 años, dejando en su interior auténticos tesoros. El Duke of Lancaster quedó abandonado en su enclave, sin ningún interés por parte de los propietarios de retirarlo o de venderlo.
Fue en el año 2009 cuando una comunidad de exploradores urbanos organizada a través del foro 28dayslater accedió a esta cápsula del tiempo y descubrieron maravillados que el barco guardaba en su interior 50 máquinas recreativas arcade anteriores a los años 80. Entre algunos clásicos, como Space Invaders, Atari Asteroids o máquinas de Pinball, también había algunas rarezas como Gypsy Juggler o Atari Splash. Las máquinas estaban en aparente buen estado de conservación, sin embargo el agua estaba comenzando a acceder al interior de la sala, poniendo en peligro a tal preciado tesoro.
Al ver las fotos publicadas por este grupo de exploradores, uno de los mayores coleccionistas de máquinas recreativas del mundo, Oliver Moazzezi, decidió contactar con los propietarios del barco para tratar de hacerse con las máquinas arcade. Logró localizarlos tras 8 meses de búsqueda intensa, en febrero de 2011. Oliver Moazzezi fue autorizado para acceder al interior, comprobar el estado de las máquinas y hacer un inventario de las mismas. Tras esta visita, las cosas no fueron para nada sencillas. Ocho meses de negociaciones sin llegar a un acuerdo que forzaron la rendición de Moazzezi, seguidos de cuatro meses de silencio por ambas partes. Por sorpresa, fue entonces cuando el propietario contactó con Moazzezi y llegaron a un acuerdo para la venta de todas las máquinas arcade del interior del barco.
Tan solo 10 días después comenzó el rescate. El 4 febrero de 2012 y gracias a una grúa y a la cooperación de un grupo de 15 coleccionistas, todas las máquinas arcade fueron rescatadas de esta peculiar cápsula del tiempo. Actualmente todas ellas están a salvo en manos de diferentes coleccionistas en toda Europa que las están restaurando y recuperando. Sin duda, ¡el final perfecto para este sorprendente hallazgo!
En The Arcade Blogger podéis ver las fotos y encontrar información más detallada.