Cuándo éramos niños, cualquier pequeño objeto era susceptible de convertirse para nosotros en una auténtica joya. A través de nuestros ojos de niño, veíamos un tesoro es muchos objetos que para los adultos pasaban desapercibidos. A veces, el simple hecho de que lo tuvieran otros niños, que se convirtiera en moda, o incluso el cariño con el que alguien nos lo regalaba, los convertía en verdaderas joyas para nosotros.

Solíamos llevarlas con nosotros a todas partes o bien guardarlas a salvo en nuestra habitación, o incluso en alguna caja de tesoros que funcionaba para nosotros a modo de cápsula del tiempo.

Ahora que somos adultos, nos invade una enorme sensación de nostalgia cada vez que el recuerdo de algún objeto de la infancia vuelve a nuestra mente, cuando vemos alguna fotografía de la infancia con alguno de ellos, o incluso cuando encontramos de casualidad alguna imagen en internet de la época en la que nacimos o crecimos.

Muchos de estos tesoros y recuerdos eran de los que “se llevaban puestos”: preciosos collares de macarrones, originales pulseras de plástico, chinitos de la suerte regalados por nuestros amigos… No necesitábamos oro ni piedras preciosas: un trozo de plástico, de papel o de madera era mucho más valioso para nosotros.

Algunos de estos tesoros fueron comunes a toda una generación, ya que todos nosotros, de niños, suspiramos más de vez por conseguir uno de ellos, y ahora suspiramos cuando su recuerdo viene a nuestra mente.

Te invitamos a pensar en tu infancia y a imaginar… si ahora mismo alguien te regalara una cápsula del tiempo con los mejores recuerdos de tu infancia, ¿cuántas de las siguientes joyas contendría?

¿Cuántas horas habremos pasado haciendo pulseras con tiras de plástico de colores? Y luego las lucíamos orgullosísim@s...

¿Cuántas horas habremos pasado haciendo pulseras con tiras de plástico de colores?

 
¿Quién no ha lucido en su muñeca un reloj o pulsera de caramelos? Costaba decidirse a dar el primer bocado...

¿Quién no ha lucido en su muñeca un reloj o pulsera de caramelos? Costaba decidirse a dar el primer bocado…

 
Los collares de macarrones los hacíamos para el día de la madre o del padre con mucho cariño. Lo que no sé cómo llevaban ellos lo de tenerlo que lucir por la calle durante todo el día...

Los collares de macarrones los hacíamos para el día de la madre o del padre con mucho cariño. Lo que no sé cómo llevaban ellos lo de tenerlo que lucir por la calle durante todo el día…

 
¡Los chinitos de la suerte causaron auténtico furor!

¡Los chinitos de la suerte causaron auténtico furor!

 
Del Ring Pop recuerdo hasta la canción... ¡y lo pegajosa que se quedaba la mano después!

Del Ring Pop recuerdo hasta la canción… ¡y lo pegajosa que se quedaba la mano después!

 
Los chupetes de la suerte los llevábamos colgados el cuello

Los chupetes de la suerte los llevábamos colgados el cuello “a mogollón”: Cuantos más, ¡mejor!

 
Poco después de los chupetes de la suerte, vinieron los delfines... pero no tuvieron el mismo éxito.

Poco después de los chupetes de la suerte, vinieron los delfines… pero no tuvieron el mismo éxito.

 
Los collares tatuaje los llevamos siendo un poco más mayores, ¡pero también causaron sensación!

Los collares tatuaje los llevamos siendo un poco más mayores, ¡pero también causaron sensación!